Sandra Peña: La cara visible de una larga lista
Sandra Peña se quitó la vida el 14 de octubre de 2025 fruto del presunto bullying que sufría, dando lugar a un movimiento antiacoso entre los jóvenes

Cristian Molinos Gracia
El Sindicato de Estudiantes ha convocado hoy, 28 de octubre, una huelga estudiantil en contra del acoso escolar, tras el caso de Sandra Peña, que ha provocado una gran ola de indignación ante este problema, el cual se encuentra en aumento en nuestro país. El objetivo principal de las manifestaciones es demandar la dimisión de la junta directiva del colegio en el que estudiaba Sandra, junto a la retirada de su financiación pública, además de ser una muestra de solidaridad con los familiares de la menor.
Cabe destacar la manifestación de Sevilla, ciudad natal de Sandra, a la cual han asistido más de 4000 personas según la Subdelegación del Gobierno; entre las que se incluyen la familia de la víctima. Su tío, Isaac Villar, declaró que el bullying es "una lacra" que está sufriendo el país, pidiendo así un compromiso social para erradicarlo.
El Sindicato de Estudiantes mostró dudas a la hora de convocarlas, afirmando que "No es tampoco el primero y tristemente tampoco será el último". No obstante, finalmente se dieron cuenta de que es precisamente por esta razón por lo que es necesaria esta huelga; debido a que no ha sido un caso aislado, aún a pesar de que se pudo haber evitado. Actualmente, el suicidio se ha convertido en una de las principales causas de muerte entre los jóvenes; lo cual, según demuestran diversos estudios, en múltiples casos está altamente relacionado con el bullying.
Por todo esto, ahora más que nunca, debemos exigir como sociedad que se empiecen a tomar medidas serias y eficientes, las cuales inicien un proceso real que consiga parar el acoso escolar en los próximos años. Desgraciadamente, lo más probable es que Sandra no será la última víctima, pero sí que está en nuestras manos que su fallecimiento sea un punto de inflexión en la lucha contra el maltrato en los colegios.
En la coyuntura actual, el bullying, innegable y lastimosamente forma parte de las escuelas españolas, siendo sufrido por el 12,3% de los alumnos, un 2,9% más que el año pasado. Una de las principales causas de este incremento es el mal uso de las nuevas tecnologías; debido a que con las redes sociales nos creemos coprotagonistas de vidas ajenas, sintiéndonos con el derecho de criticarlas. Además, el anonimato y la falta de consecuencias inmediatas que producen las pantallas; ha dado lugar a que el acoso ya no solo se limite al horario escolar, sino que se haya extendido a lo largo del día a día de los afectados.
En relación con lo anteriormente mencionado, también ha cobrado un papel crucial el uso malévolo de la IA, la cual es capaz de crear vídeos y audios ridiculizando a las víctimas; provocando que su situación empeore aún más. Además, es relevante recalcar que, aunque en los últimos días se haya extendido en redes sociales un bulo acerca de que la financiación de los colegios es retirada al activar el protocolo antibullying; las consejerías de educación afirman que es fundamental activarlos.
De hecho, la realidad es que el único contexto en el que estos fondos se podrían llegar a quitar es en caso de que el centro educativo no aplique los protocolos necesarios en un caso de acoso. Esto hace que todavía sea más indignante la pasividad de las escuelas ante este tipo de sucesos; puesto que no es un tema económico, lo cual seguiría siendo innegablemente grave; sino un asunto de prestigio, de mantener una imagen de elite en instituciones a las que solo pueden acceder personas civilizadas, supuestamente.
Por lo expuesto previamente, considero que es sensato admitir que gran parte de la culpa de que el acoso escolar siga en aumento es, en parte, el sistema; el cual, aunque intente fomentar el uso de protocolos, cuenta con demasiados problemas seculares como para compensarlo. Sin embargo, la culpa no se limita solo a este hecho; proviene a su vez de cada uno de los colegios que, a nivel individual, prefieren abandonar todos sus valores éticos y morales antes que perder su prestigio o exponerse a posibles consecuencias. Esto se puede observar claramente en el caso de Sandra, cuyo colegio fue avisado no una, sino dos veces de la situación que sufría su alumna y decidieron ignorarlo por completo.
No obstante, la culpa, además de en los profesores, recae tanto en los acosadores como en todo el entorno escolar, que, aún conociendo la situación, deciden no hacer nada. La indiferencia no exime la culpa, sino que vuelve cómplices a todos aquellos que favorecen la creación de un entorno donde el acoso puede ser impune. A la vez, en casos como en el de Sandra, en el cual todos los implicados son menores de edad, la culpa también es, por tanto, de las familias de los acosadores que no han cumplido con su deber de educar ciudadanos útiles para la sociedad.
Para terminar, es necesario mencionar que, al menos por ahora, el caso de Sandra no ha hecho recapacitar a los acosadores, sino que los ha inspirado; un ejemplo de esto ha sucedido en Jerez, donde una niña ha sido incitada a "montarse un Sandra".
Es así que la tesitura actual de la sociedad demuestra claramente que el caso de Sandra no ha sido una tragedia aislada y que seguirá sucediendo hasta que no se empiecen a tomar las medidas necesarias. A la vez, es esencial que borremos de nuestra cabeza todos esos prejuicios y dejar claro que la vergüenza solo la tienen que sentir los acosadores, nunca las víctimas.
