Oda a la vida (vivimos en una roca flotante)

19.02.2024

Cuando ves una película de Yorgos Lanthimos te pasas los primeros 15 minutos preguntándote qué presente distópico se presenta ante tí y de qué mente ha salido. ¿Cuánto queda para que otras personas reemplacen a nuestros difuntos en el día a día? ¿Qué padres privarían a sus hijos de la sociedad? ¿Por qué te convertirías en un animal por no encontrar pareja? ¿Por qué una langosta?

Lucía Aguilera


Las películas de Lanthimos no tienen como único objetivo confundir al espectador. El intento de situar a los personajes en un lugar y año en específico no sólo es imposible en la mayoría de los casos, sino que no importa. Conforme avanza la cinta, a través de los ojos de los personajes, comprendemos que es casi irrelevante.

El efecto dominó de sus acciones y reacciones con el entorno envuelve por completo la experiencia. Lanthimos no emplea el Non-Sequiturs (la respuesta que no se desprende de su detonante) como elemento cómico, sino como ventana a la honestidad del personaje, que acepta el absurdo mundo que le rodea, y navega por él con sinceridad.

Tu único trabajo como espectador es rendirte y pestañear lo menos posible. Sométete a las reglas de este mundo ficticio como te sometes a las del cine en el que estás sentado. En las películas de Lanthimos lo absurdo es normal precisamente porque lo normal es absurdo.

Fuente: Vasilis Marmatakis
Fuente: Vasilis Marmatakis

Son una lección acerca de la bandera blanca que ondeamos cada día. Nos reímos de cómo Bella escupe la comida que no le gusta, pero la envidiamos. Las reglas que los rodean no tienen sentido. Es el transcurso de su historia lo que ata la película a nosotros y la hace plausible: cualquiera podría comportarse así. Ser humano, independiente al contexto.

Las historias de Yorgos son odas a la vida (a la tuya y a la mía, no a la de los grandes pensadores). La vida como acciones y reacciones movidas por emociones sinceras, como el sinsentido que es lo que las rodea y cómo le dota de importancia a las miradas y lo que sentimos que merecemos. El simple desarrollo de nuestra pequeña historia debería hacernos reír, porque literalmente vivimos en una roca flotante.