Junts rompe con Sánchez y pone en jaque la estabilidad del Gobierno

Jan Diez Lara
El distanciamiento de Junts evidencia la fragilidad del bloque progresista y la dependencia mutua entre Moncloa y Waterloo
El Gobierno de Sánchez queda bloqueado tras la disconformidad de Junts per Catalunya. Su líder, Carles Puigdemont, anunció el lunes 27 que su partido pasará a la oposición, justificando la decisión en el incumplimiento de los compromisos del pacto de investidura. La medida ya se materializa mediante la abstención de Junts en las dos últimas votaciones de este martes 28.
Las declaraciones de Junts llegan tras una reunión en Perpiñán, el sur de Francia. En esta se repasó la relación con el Gobierno, destacando los acuerdos de investidura firmados en noviembre de 2023. Según informa El País, estos acuerdos incluyen la Ley de Amnistía, el reconocimiento del catalán como lengua europea, el traslado de competencias como la de migración o la gestión ferroviaria y el Financiamiento Singular para Cataluña. Mientras tanto, el Gobierno sostiene que ha hecho todo lo posible para cumplir estos pactos, y alega que han sido factores externos los que han imposibilitado el cumplimiento de los mismos. No obstante, el líder catalán manifestó: "Sé que se dirá que no hemos esperado lo suficiente, pero hemos tenido paciencia" y atribuye su decisión a una "pérdida de confianza".
El Gobierno de Sánchez está formado mediante un acuerdo entre PSOE y Sumar, con el apoyo externo de 6 partidos de ámbito autonómico, de entre los que está Junts per Catalunya. La suma de esta coalición representa un total de 179 de los 350 escaños posibles. El problema de la coalición es que se requiere de un apoyo de todos los partidos mencionados tomar decisiones. De ahí radica la importancia de la situación actual. Junts tiene 7 escaños Congreso, por lo que su apoyo es esencial para el Gobierno, de la misma manera que lo son los otros partidos.
Los efectos de este descontento ya se han hecho visibles este martes. La Cadena SER afirma que Junts se ha abstenido hoy en todas las iniciativas del Congreso. En primer lugar, la Propuesta de Ley para regular el aparcamiento, así como en otra ley relacionada con el idioma. Además, su abstención ha permitido la aprobación de una propuesta de ley fiscal presentada por el PP. De ahí la declaración: "Sánchez ocupará el poder, pero no podrán gobernar".
Centrándonos en el tablero estratégico de la política, podemos ver lo siguiente. Aunque Junts afirme pasarse a la oposición, es una oposición atenuada. Representa un punto medio entre los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE. En un primer momento, Puigdemont mencionó la posible moción de censura, que tendría que ser propuesta por el PP y aprobada por mayoría absoluta, pero pronto fue descartada. Asimismo, el líder de Junts señaló que los socialistas deberán cambiar su conducta si quieren gobernar. Esto evidencia que los junteros no quieren acabar con la actual legislatura, sino cambiar su rumbo. "No vamos a ayudar a aquel que no ayude a Cataluña", mencionó el político el pasado lunes.
Por otro lado, no hemos visto una respuesta clara del presidente a dicha situación. Este se ha centrado en abarcar las portadas con los actos relacionados con la dana. Esto es debido a que, así como Sánchez depende de Puigdemont, el catalán depende del madrileño. Actualmente, el tablero se divide entre la coalición PP-VOX, por un lado, y la gubernamental, por otro. Esto significaría que Junts no tiene alternativa real; por eso decide ir por libre. Esta situación permite a los socialistas mantener la línea actual y no presentar grandes cambios en sus políticas. Así pues, Sánchez se asegura mantenerse en el poder como la "opción menos mala" para el partido catalán, pero su gobernabilidad se pone en duda.
¿Entonces, qué busca el expresidente de la Generalitat con este movimiento? Primero, ejercer presión sobre el Gobierno para conseguir competencias y acelerar la posible amnistía. En segundo lugar, ensalzar su imagen ante los suyos, presentándose como un poder disruptivo e implacable. Para esto puede tomar dos posibles rutas: una oposición intransigente que bloquee el Gobierno, o una oposición exigente que haga valer sus votos.
La primera opción desmontaría la imagen que busca y daría pie a un posible gobierno conservador. La segunda opción le permitiría influir en la política estatal, manteniendo la imagen deseada por sus homónimos.
Incluso si el Gobierno se consiguiese mantener, esto supondría un golpe para los socialistas, dejando entrever la fragilidad de un gobierno heterogéneo y pudiendo perjudicar la imagen del presidente.
Por otro lado, la imagen de Puigdemont puede ser interpretada de varias formas. En primer lugar, algunos lo verán como un agitador que atenta contra la estabilidad y la gobernabilidad. No obstante, hace falta ver si la militancia de Junts aprueba esta decisión, presentándolo como una encarnación del poder, aunque este solo tenga 7 escaños.
Por el momento, el día 29 hemos visto una respuesta del PSOE para restaurar la paz. Según cita el ABC, el presidente ha propuesto 4 medidas para evitar la ruptura. Estas medidas son: negociar con Alemania el reconocimiento del catalán en Europa y presentar una ley de migración a Podemos (que rechazó la última) para poder aprobarla. Además, se ha comprometido a avanzar con los Presupuestos del Estado, así como con la Ley de Amnistía. Sin embargo, ninguna de las iniciativas presentadas se ha concretado.
En este contexto, el futuro político dependerá de si Junts mantiene su distanciamiento o vuelve a colaborar. Puigdemont busca presionar, pero corre el riesgo de aislarse; Sánchez intenta resistir, pero su margen de maniobra es cada vez menor y se expone a que otros partidos sigan el ejemplo catalán.
