Israel y Palestina: entrevista a Peter Bartu
Paula Rossignoli Santos / BERKELEY, CALIFORNIA
Peter A. Bartu es profesor en la Universidad de California, Berkeley, experto en Oriente Medio y el Golfo Pérsico. En 2011 fue miembro del equipo de mediación de reserva de la ONU y trabajó en Bengasi y Trípoli durante la revolución libia, así como ha trabajado en otras misiones en Yibuti, Irak, Malawi o Camboya. Ha trabajado como asesor del Coordinador Especial de las Naciones Unidas para el Proceso de Paz en Oriente Medio y para el primer ministro australiano. Es Doctor en Historia por la Universidad de Monash y en su tiempo libre disfruta nadando en el Dolphin Club de San Francisco.

¿Qué estamos viendo ahora en Gaza y cómo, qué ha llevado a la situación?
Se trata de un conflicto extraordinario entre el gobierno israelí y Hamás en la Franja de Gaza. Tenemos que entender el conflicto con Gaza, con Hamás, desde su toma del poder en 2006; no comenzó el 7 de octubre. Desde una perspectiva de resolución de conflictos, tenemos que contar toda la historia e incluir a todas las partes involucradas, examinando su papel de manera muy, muy cuidadosa.
¿Se diferencia en algo esta reanudación del conflicto de los enfrentamientos anteriores?
Sí, es muy diferente en cuanto a la gravedad y la ferocidad, tanto de los ataques de Hamás del 7 de octubre como de la respuesta de Israel. A modo de ejemplo, con la peor de las métricas, 500 palestinos fueron asesinados en los primeros 20 años de ocupación, entre 1967 y 1987. La escala de la violencia y el número de muertos ha ido creciendo exponencialmente desde la segunda Intifada, entre 2001 y 2003. Esto no tiene parangón y es alarmante para todo el mundo.
¿Qué podemos esperar del nuevo gobierno israelí y cómo repercutirá en las relaciones de Israel con otros países y con Palestina?
Se habla de la caída del gobierno de Netanyahu. Dentro del propio Israel hay claros indicios de su impopularidad; la gente ha perdido la fe y la confianza en él como líder. Es muy posible que en 2024 se produzca un cambio de gobierno; podría ocurrir incluso antes. El resultado más probable es algún tipo de gobierno de unidad nacional o de transición, en el que no participen ni Netanyahu ni algunos de sus aliados políticos de la derecha. Pero es importante reconocer que, independientemente de la transición que pueda producirse en el liderazgo político de Israel, el ambiente popular no es uno de reconciliación, ya que ven los sucesos del 7 de octubre como una amenaza existencial y un desafío a su existencia.
Cuando habla de una transición en el gobierno israelí, ¿cómo podría llevarse a cabo?
Ha habido un desafío general a las prácticas democráticas en Israel, especialmente en el contexto del Tribunal Supremo y los poderes relativos de ese tribunal frente a la Knesset, durante los últimos 18 meses. Ha predominado una clara agenda de la derecha conservadora a la que muchos israelíes han intentado resistirse y frenar. En las circunstancias actuales, es difícil imaginar que Israel pueda seguir avanzando por ese camino. De hecho, las encuestas de las últimas cuatro semanas indican que el ambiente político es una vuelta al centro, incluso al centro izquierda.
Mi sensación es que esto tendrá algún tipo de expresión democrática. La política israelí es muy dinámica, han tenido cinco gobiernos en los últimos seis años. El gobierno podría derrumbarse en los debates sobre los presupuestos, que se celebran a finales de este año. Podrían ir a elecciones tan pronto como el primer o segundo trimestre de 2024.
¿Cuál es el papel de Irán en este conflicto?
Hay una falta de claridad y un consenso general; falta de claridad, en el sentido de que nadie tiene una opinión completa sobre esta cuestión, siendo el consenso general que en realidad Irán no ha desempeñado ningún papel clave. En el liderazgo iraní y en el de sus aliados de Hezbolá y Líbano parece haber un sentimiento de sorpresa. No parece que tuvieran conocimiento previo de estos ataques, perpetrados por líderes militares como Sinwar.
En el contexto más amplio del apoyo iraní a Hamás y a la Yihad Islámica Palestina, si bien ha habido una retórica y un apoyo político constantes a estos movimientos, también ha habido momentos claros en la última década en los que se han producido rupturas en su relación. La más evidente se produjo en el contexto de la revolución siria. Hamás se encontraba en Damasco, y se negó a apoyar al gobierno de Assad, por lo que fue expulsado del país. Solo se reconciliaron con Irán a finales de 2019. Es una relación complicada, y cada vez que Hamás intenta fortalecer sus lazos con los iraníes, complica sus propias relaciones con el mundo suní.
¿Hasta qué punto mantiene Estados Unidos su influencia política y militar en la región? ¿Y cuál es el papel que otros actores importantes como Rusia y China están desempeñando en este conflicto?
La hegemonía estadounidense que existía antes de 2010 en la región ha ido menguando gradualmente. La vuelta de Rusia es parcialmente consecuencia de su reentrada en Siria en 2015. China ha aumentado su importancia económica y comercial con todos los actores regionales, desempeñando un papel central en el reacercamiento entre los Arabia Saudí y los iraníes, a principios de este año, en el que Estados Unidos no estuvo implicado. La hegemonía estadounidense se ha visto definitivamente socavada; ahora es sólo uno de varios actores en la región. Ésta es una nueva realidad que también ofrece nuevas posibilidades. La conclusión es que China, especialmente, y Rusia, en menor medida, no pueden ser ignoradas por completo.
Los Estados del Golfo se han convertido en potencias internacionales de peso, pero ¿hasta qué punto pueden actuar como mediadores entre Israel y Palestina?
Los tres Estados del Golfo más importantes en este contexto son el Reino de Arabia Saudí, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos. Qatar ha demostrado tener un papel central en el contexto de su relación con Hamás: ha sido muy importante en los intentos de negociar el alto el fuego, las pausas humanitarias y la liberación de algunos de los rehenes que están retenidos en Gaza. Juega un papel especial, bien establecido durante la última década.
EAU navega por un espacio difícil en la actualidad, en parte debido a la normalización de sus relaciones con Israel en 2020. La aprobación de la normalización por parte de la población emiratí ha caído del 47% al 26% desde entonces. El gobierno tiene que gestionar esto con mucho cuidado. Los Emiratos también se encuentran en una posición realmente interesante, ya que ocupan la presidencia rotatoria del Consejo de Seguridad de la ONU este mes. Se han producido algunas dinámicas en las que el representante permanente de EAU ha intentado ejercer sus responsabilidades, con otros miembros del Consejo de Seguridad, para conseguir el apoyo a los altos el fuego, trabajando muy estrechamente con China y otros actores, en un contexto en el que Estados Unidos no está de acuerdo con ese enfoque.
Los saudíes tienen alguna posibilidad, pero también se encuentran en una posición curiosa. Apoyan públicamente al pueblo palestino y condenan la manera en la que Israel está llevando a cabo el conflicto en la Franja de Gaza y Cisjordania, pero Turki al-Faisal ha calificado los ataques de de Hamás el 7 de octubre como antiislámico y han adoptado una postura crítica frente al comportamiento de Hamás.
Creo que todas las miradas están puestas en Qatar en este contexto.
¿Hay alguna solución factible para este conflicto?
No, no a corto plazo, y, de nuevo, debemos preguntarnos cómo sería esa resolución. Un Estado, dos Estados, igualdad de derechos, etcétera. Lo que hemos visto en la última década es la fragmentación del consenso en torno a la idea de la solución de los dos Estados, entre los israelíes y también entre los palestinos.
Muchos israelíes están convencidos de que no habrá dos Estados, y muchos palestinos están igualmente convencidos. Algunos palestinos e israelíes trabajan en pos de un Estado que pueda dar cabida a la igualdad de derechos para ambos pueblos. Hay mucho debate entre bastidores al respecto, pero ninguna de las dos comunidades ha llegado a un consenso.
¿Qué papel desempeña este conflicto en la situación global actual? ¿Se trata de una tendencia global o es un conflicto que podemos aislar?
Debemos ver todos estos conflictos desde una visión colectiva, de manera interrelacionada. Nadie ha sido capaz de mostrar adecuadamente todas las interrelaciones entre estos acontecimientos: golpes de Estado en África, migraciones masivas, pérdida de legitimidad y confianza en los gobiernos, nuevas tendencias tecnológicas, cambios profundos en nuestras estructuras económicas y en el sector energético... son cambios tectónicos, masivos. Tenemos que trabajar para entender cómo están interconectados, pero creo que lo están.
Muchas gracias.
