Gente normal: una conversación con Daniel García
Entrevista a Daniel García, galardonado con el Premio Nacional de Investigación para Jóvenes 2023
Fatima Mori y Helen Betancourt / LEGANÉS
A Daniel García lo persiguen una serie de increíbles logros: el Ministerio de Ciencias e Innovación le ha otorgado el Premio Nacional de Investigación para Jóvenes 2023, ha recibido la beca europea que financiará a largo plazo sus investigaciones, habiendo realizado ya múltiples en el extranjero… Todo esto con 31 años. El leganense es profesor de nuestro departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras en nuestra universidad («Un poco largo, ¿no?», bromea). A pesar de toda esta gloria académica, cuando te sientas con Daniel, te olvidas de la ciencia estereotipada (tipo Frankestein e inteligencia abundante como la de Marie Curie) y entiendes que en la ciencia hay gente normal.
Cuando le preguntamos a este profesor cómo describiría su trabajo, sus investigaciones y a sí mismo, tiene las primeras palabras claras. Es un chico de barrio ─nació en Leganés, donde hoy imparte clases como profesor de la Carlos III─ que, casi al finalizar la carrera, llevó la Ingeniería a mucho más. En Oxford, unió sus conocimientos con la biología. Posteriormente, visitó y trabajó con diferentes universidades: Louisiana State University, la Universidad de la Lorena, en Varsovia, Friburgo… Como nos afirma, «quise tocar un poco de todo para entender lo que se necesitaba y dónde existía una oportunidad»
Esta amplia gama de estancias internacionales, unida a la relación que durante tantos años ha mantenido Daniel con la Uc3m, le ha permitido esclarecer fácilmente, entre nuestro sistema y el de prestigiosas universidades como Harvard, algunas de sus principales diferencias. Para sorpresa de muchos, son menos de las que podríamos imaginar. «Los miedos que yo tenía antes, los veo ahora en mis estudiantes», nos cuenta el Premio Nacional de Investigación, que confiesa haberse sentido intimidado por las más ilustres entidades universitarias con las que ha tenido el placer de colaborar. La mayor brecha que existe entre ambos sistemas es económica, en lo que a recursos materiales se refiere, por lo que «debemos dejar de lado los complejos, pues la capacidad de nuestros estudiantes nada tiene que envidiar a la del alumnado de Harvard o Zúrich», afirma Daniel.
Hay quienes podrían decir que Daniel le debe su éxito a la bioingeniería, aunque nosotras preferimos decir que es la bioingeniería la que le debe algo a él, pues al preguntarle hacia dónde creía que estaba yendo su trabajo, confiesa que pretende que sus investigaciones vayan más allá de las conferencias y las publicaciones, quiere que «tengan implicaciones sociales», pues su equipo pretende incluir en el proceso de diseño de fármacos las consideraciones mecánicas que dan vida a su proyecto, además de las químicas y biológicas; persiguiendo conseguir importantes aplicaciones médicas.
Una de las preguntas que más rápido nos vino a la cabeza fue, ¿pero cómo ha hecho todo esto tan rápido, tan joven? Daniel, que «quiere ser honesto consigo mismo», cuenta que la vida trata de identificar las oportunidades que tienes, aprovechar las mejores y trabajar por ellas. Las estancias están bien, y hacer el máster y el doctorado a la vez resuena a excelencia (término del que no se aleja nadie que pertenezca a la Carlos III, como decíamos en nuestra edición de septiembre de El Mentiroso), a lo cual Daniel ríe, pero aclara que implican un sacrificio personal «bestial».
«El logro no es solo mío», afirma con seriedad, «sino de los estudiantes que he tenido en estos años, que son buenísimos y sobre todo buenas personas».
Una de las cosas que más defiende Daniel García es la necesidad de relacionarte con la gente a tu alrededor. En un campo tan especial y complejo como es la ciencia, él agradece que, en su caso, se haya visto rodeado de tanta gente buena y de tanto apoyo. De la Universidad, de sus mentores (tutores y profesores), de sus seres queridos… «De gente normal», gente que entiende no solo la parte profesional sino también la personal.
Ambas coincidimos en que Daniel es ese tipo de persona que consigue crear un ambiente distendido y relajado al charlar con él, lo que nos llevó a pedirle, con genuino interés, un consejo para todos nuestros estudiantes que, ante todo, son «gente normal». La pregunta lo deja pensativo, pues quiere elegir las palabras adecuadas para lo que está a punto de decir: «La parte académica es importante, pero lo realmente crucial es la parte personal: tener sensibilidad en distintos ámbitos, capacidad de interaccionar con la gente o, sentido común; aunque esto último no es tan frecuente como debería», nos confiesa entre risas. El entrevistado explica que para él, la persona que más lejos va a llegar no necesariamente es aquella con mejor expediente pues, si bien es cierto que la casilla de salida es distinta, la posibilidad de encontrar esa motivación por la que estás dispuesto a sacrificarte, «puede llegar a convertirte en una superestrella y, en este caso, da igual desde donde partas», confiesa Daniel, quien nos ha demostrado que hasta las personas más brillantes, rodeadas por un halo de excelencia, son también «gente normal».

