Escándalo de corrupción en Portugal
El pasado martes saltaba una noticia inesperada dentro del panorama político. El primer ministro de Portugal, António Costa, presentaba su dimisión rodeado de especulaciones acerca de su posible participación en ciertos escándalos de corrupción.
Andrés García Carrera /MADRID
Todo este proceso comenzó cuando la Procuraduría General de la República (el equivalente portugués a la Fiscalía General del Estado) hizo pública la investigación contra el dirigente portugués, por un caso de corrupción. En este suceso, la Fiscalía investigó los supuestos delitos de prevaricación, corrupción activa y pasiva, y el supuesto tráfico de influencias en la adjudicación de varios negocios de litio e hidrógeno verde, que apuntaban directa e indirectamente al lisboeta.

Dentro de este alboroto destacan dos nombres, Vítor Escária, jefe de Gabinete de Costa desde 2020, y Diogo Marceda, empresario y amigo del primer ministro. Sobre estos dos hombres se llevó a cabo una operación policial, justificada por la Fiscalía "para evitar su riesgo de fuga" y para que no interfieran en la investigación, que tenía como objetivo la detención de ambos individuos. A su vez, la Policía de Seguridad Pública completó otros 42 registros en múltiples domicilios, instituciones y empresas relacionadas con el gobierno. Y, entre las distintas pruebas que encontraron, aparecieron grandes cantidades de dinero, repartidas en sobres, en la residencia oficial del primer ministro, en el despacho de Escária.
Tras las detenciones, Costa decidió reunirse con el presidente de la república, Marcelo Rebelo de Sousa. No obstante, cuando el líder socialista se enteró de que el Tribunal Supremo había decidido abrirle una pieza separada para investigar su papel en el asunto, ambos dirigentes volvieron a reunirse, y esta vez, Costa presentó su renuncia.

Tras comunicar oficialmente su dimisión, Costa compareció ante los periodistas para explicar que dejaba su cargo ''con la conciencia tranquila'', ya que, ante las repentinas acusaciones, se declaraba inocente de cualquier "acto ilícito o censurable". Aun así, justificó su marcha porque consideraba que su puesto ''no es compatible con la sospecha de la práctica de cualquier acto criminal'' y ''para preservar la dignidad de las instituciones democráticas''.
El presidente luso, Marcelo Rebelo de Sousa, ha convocado elecciones para el próximo domingo 10 de marzo. El futuro político de Portugal es incierto. Muchos portugueses creen que esta noticia puede salpicar a la opinión pública respecto al Partido Socialista, provocando que la extrema derecha se alce y obtenga la mayoría en marzo de 2024.
Actualmente, la incertidumbre gobierna Portugal, sin embargo, ya con Costa fuera del gobierno, los habitantes de Portugal deben centrar su atención en las elecciones que están al caer. Pues no todos los días se decide el porvenir de un país.
