Elecciones en Honduras: Trump, corrupción y continuismo

10.12.2025

El país vive una jornada decisiva entre márgenes mínimos, acusaciones cruzadas y presión internacional.

Ricardo Agudelo Berrio

Nasralla (Partido Liberal),  Moncada (Partido Libertad y Refundación) y Asfura (Partido Nacional) 

El pasado 30 de noviembre, los hondureños acudieron a las urnas para elegir al próximo presidente del país como parte de un proceso electoral fundamental y crítico para el ordenamiento geopolítico de la región, además del desarrollo socioeconómico del país.

Han pasado ya casi 10 días desde aquella jornada electoral, y el escrutinio sigue dando de qué hablar ya que la diferencia entre primer y segundo lugar es mínima e imperceptible en términos de representatividad, haciendo que sean posiblemente la elección más ajustada que el país centroamericano haya vivido en su historia reciente.

De los candidatos que se presentaron, 3 llegaban con opciones reales a la contienda electoral según la distribución política y social del país: Rixi Moncada, del Partido Libertad y Refundación, Nasry Asfura, del Partido Nacional, y Salvador Nasralla, del Partido Liberal.

Moncada es la candidata del continuismo de la actual administración de la presidenta Xiomara Castro, de la cual fue Ministra de Finanzas hasta enero del 2024. Su propuesta política se centra en la redistribución de la riqueza, aplicando lo que ella llama "Ley de Justicia Tributaria" para reformar el sistema fiscal y eliminar las exoneraciones, de modo que las personas paguen sus impuestos de manera proporcional a su ingreso socioeconómico, permitiendo así una redistribución de la riqueza. Además, Moncada propone reformar la Constitución que le permita imponer nuevas medidas anticorrupción, y una reforma ministerial para fortalecer los planes de cobertura sanitaria y de vivienda

Como personaje político, Moncada fue gerente de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica y Secretaria del Trabajo y Seguridad Social durante la presidencia de Manuel Zelaya, quien fue derrocado en 2009, lo que generó una ola de inestabilidad política en el país que hizo que Moncada tuviera que involucrarse en la política hondureña desde el exilio, al menos durante un tiempo.

Asfura representa lo contrario. Conservadurismo, derecha y sobre todo, y lo que más condiciona su plan de gobierno, un apoyo recíproco hacia la administración de Trump. De orígen palestino, el también apodado "Papi a la orden" ha tenido un largo recorrido tanto en el sector público, como en el privado. Fue concejal y secretario del Fondo Hondureño de Inversión Social, diputado del Congreso por el departamento de Francisco Morazán, y dos veces alcalde de Tegucigalpa. Sin embargo, su partido ha enfrentado en varias ocasiones acusaciones por corrupción y malversación de fondos durante su gestión en la alcaldía de la capital, cosa con la que justamente quiere acabar Moncada.

Asfura representa un quiebre total con la administración de Xiomara Castro, ya que a parte de haber sido derrotado por la misma en 2021, se centra el fortalecer la inversión, la infraestructura productiva y la estabilidad fiscal, no solo desde la financiación del sector público, sino también de un trabajo articulado con la empresa privada para dinamizar los bancos de empleo y los fondos de inversión. Además, el hecho de recibir el aval de Trump lo posiciona en una zona del espectro geopolítico muy interesante en cuanto a las dinámicas de la región, ya que las políticas migratorias y la lucha contra la droga y el delito entre centro y norte américa, involucran directamente a ambos países.

Y por último tendríamos al tercer candidato, Salvador Nasralla, un presentador de televisión comprometido con la lucha contra la corrupción y la denuncia política.

Nasralla fundó el Partido Anticorrupción en el año 2012, y tuvo su primera derrota en las presidenciales justo un año después. En 2017 tuvo el mismo destino; perdió contra Juan Orlando Hernández, quien un tiempo después sería condenado por narcotráfico tras ser expuesto a un presunto fraude electoral. En 2021, Nasralla formó una coalición con el Partido Libre y respaldó la candidatura de la actual presidenta Xiomara Castro, de quien fue su vicepresidente hasta el año 2024.

Nasralla, al igual que Asfura, critica fuertemente al continuismo que quiere Moncada, ya que según él, no se ha hecho lo suficiente por el desarrollo y la diversificación de la economía hondureña, ni tampoco en la lucha contra la corrupción. Su propuesta para el desarrollo del sector agrícola requiere una fuerte inversión en la infraestructura vial, para poder mejorar la conexión entre las zonas más apartadas del país y las grandes urbes. Como ingeniero, Nasralla también cree en la importancia del desarrollo urbano, y propone una fuerte inversión para desarrollar el sistema de transporte público de la capital. En cuanto al sistema de salud y saneamiento, Nasralla quiere garantizar el acceso universal a diversos medicamentos y la reforma del sistema hospitalario, así como construir presas para mejorar el acceso al agua y el desarrollo energético en zonas rurales, esto claro, acompañado de una fuerte inversión extranjera que permita dinamizar los bancos de empleo en el país. Finalmente y en cuanto a materias de seguridad, Nasralla ha sido claro: no negociará con bandas criminales, y a pesar de que lo ha dejado claro en sus apariciones públicas, parece no haber sido suficiente ya que Trump no lo considera un aliado para la libertad.

Con estas propuestas, los tres candidatos se plantaron el domingo 30 de noviembre en los tarjetones; cabe recalcar que el sistema electoral hondureño no permite una segunda vuelta y quien gane por mayoría simple en la primera, es el presidente, por tanto la contienda electoral se centra en sacar más votos que el resto a como dé lugar. Pero, lo que no se esperaba nadie es que el resultado estuviera determinado por unos pocos votos y que la diferencia entre primer y segundo lugar fuera prácticamente imperceptible.

Después de dos semanas, el escrutinio parece estar llegando a su punto más crítico. Con el 90,4% de las mesas escrutadas, Asfura lidera la contienda presidencial con un 40,52%, sin embargo Nasralla está a la escolta con un 39,20% y solo una diferencia de 42.000 votos.

Entre todo lo sorprendente de esta contienda, se destaca que Moncada salió hace ya algunos días de la contienda, ya que no ha podido superar el 20% de los votos, lo que representa un deseo de cambio en el gobierno y lo que da un indicio de la actual administración de Xiomara Castro. Sin embargo, Moncada se retiró no sin antes declarar que su partido no reconocía el resultado, y al igual que lo hizo Castro, denunció fraude electoral con especial injerencia de Estados Unidos y la administración Trump.

Pero volviendo a la lucha por la cima, las cosas parecen estar más tensas aún. El pasado jueves 4 de diciembre, Nasralla publicó en su perfil de X que el sistema de conteo había sufrido un apagón, y que las cifras de Asfura fueron intercambiadas por las suyas, lo que puso al candidato del Partido Nacional por delante. Esto claro, ha generado indignación e incertidumbre en un país en el que la corrupción y el fraude electoral han sido objeto de duda en todas las elecciones recientes, lo que reafirma la importancia del último 9,6% de las mesas restantes por escrutar en la elección de un nuevo presidente, ya que la diferencia entre uno y otro al momento en el que se escribe esto es mínima.

El Consejo Nacional Electoral tiene 30 días para divulgar los resultados oficiales, sin embargo y tras un largo recuento de votos manchado de acusaciones por corrupción y un supuesto fraude electoral, el escrutinio parcial deja mucho que pensar sobre la situación política en Honduras. Lo que sí está claro es que el país ha manifestado su deseo de cambio, ya que el apoyo al continuismo de la actual presidenta parece estar por los suelos, dejando la puerta abierta para que actores externos como Trump tengan un rol fundamental en el proceso electoral y en la lucha contra la corrupción.