El conflicto en el mar meridional de China
Militarización, intereses económicos y tensiones que enfrentan a potencias globales

Mapa del mar meridional de China
El Mar de China Meridional se ha convertido en uno de los escenarios más tensos de la geopolítica asiática. Lo que antes parecía una disputa periférica por pequeños atolones es hoy un conflicto con repercusiones globales, donde se entrelazan soberanía, recursos naturales y rivalidad estratégica.
La zona concentra reclamaciones superpuestas de China, Vietnam, Filipinas, Malasia, Brunéi y Taiwán. La controversia gira en torno a decenas de islas y arrecifes, pero también al trazado de la llamada "línea de nueve puntos", con la que China reivindica casi el 90% del mar. Esta línea, heredada de mapas de mediados del siglo XX, es rechazada por otros países y cuestionada por expertos en derecho internacional.
La importancia del área no es meramente simbólica. Por ella transita más de la mitad del tonelaje de la flota mercante mundial, convirtiéndola en una arteria esencial para el comercio global. Asimismo, el mar alberga uno de los caladeros más productivos del mundo y potenciales reservas de petróleo y gas que, en una región hambrienta de energía, incrementan aún más la disputa.
En la última década, el conflicto se ha "securitizado": los Estados lo presentan como un asunto de supervivencia nacional, lo que legitima medidas extraordinarias. Esta lógica ha desencadenado una carrera de militarización visible sobre todo en las islas Spratly y Paracel. China ha construido islas artificiales con pistas de aterrizaje, radares y sistemas de misiles, consolidando una presencia permanente que sus vecinos perciben como una amenaza directa.
Vietnam y Filipinas mantienen posiciones militares mucho más modestas, pero intentan defender su soberanía mediante alianzas, patrullajes y presencia en arrecifes disputados. Mientras tanto, Estados Unidos, Japón y Australia han intensificado operaciones de "libertad de navegación", buscando evitar que China controle de facto una de las rutas comerciales más estratégicas del planeta.
A este clima se suman las tácticas de "zona gris": acciones coercitivas que no llegan al umbral de un conflicto armado, como el hostigamiento a pescadores, bloqueos improvisados o el uso de milicias marítimas. Estos incidentes, frecuentes cerca de Scarborough o Second Thomas Shoal, generan un ambiente de tensión constante y afectan directamente al sustento de comunidades locales.
En medio de esta complejidad, la ASEAN intenta actuar como mediador. Sin embargo, sus esfuerzos se ven obstaculizados por la falta de consenso interno: mientras Filipinas o Vietnam reclaman una postura firme, otros miembros prefieren no incomodar a China debido a la dependencia económica. La organización trabaja desde hace años en un Código de Conducta, pero las negociaciones avanzan lentamente.
El futuro de esta región clave en Asia-Pacífico dependerá de si los actores logran evitar una escalada y apostar por mecanismos diplomáticos que preserven la estabilidad. El riesgo de que un incidente menor desencadene una crisis mayor sigue siendo una de las mayores preocupaciones para el equilibrio regional y global.
