“A VECES PIENSO COSAS MALAS”

31.10.2024

"¡Eso no se dice!". Desde nuestra más tierna infancia se nos ha educado para ser políticamente correctos: los padres instruyen a los niños para que no señalen, no armen escándalo, no hagan preguntas impertinentes y no digan cosas inapropiadas. Por esta razón resulta tan cómico ver cómo los pequeños ignoran, de vez en cuando, las normas de etiqueta que sus padres les han enseñado con tanto esmero. 

Elías Blanco Martínez 


De hecho, gran parte de los chistes y situaciones embarazosas de las películas de comedia recurren al gag de la desafortunada pregunta u observación del pequeño protagonista. Todo eso está muy bien, y todos reímos (contenidamente) mientras ignoramos al gran elefante en la habitación. Todo es ameno, hasta que alguien toca las teclas correctas y destapa los tabúes que todos conocemos… y de los que nadie quiere hablar. No es hasta que alguien expresa su disconformidad con una situación, o comunica una opinión polémica, o alza la voz para incomodar a los demás, que deja de hacernos gracia. Cuando alguien rompe la espiral del silencio, muchos estamos preparados para lanzar la primera piedra.

Kanye West fue lapidado bajo el calor de los focos del Golden 1 Center de Sacramento, California. La noche del 19 de noviembre de 2016, el aclamado productor y rapero chicaguense celebraba una fecha más de su Saint Pablo Tour: una codiciada gira para los fans y otro mérito más para una cosecha de brillantes éxitos. Los asistentes colapsaban la pista por completo, las gradas estaban atestadas; el recinto destilaba un aroma casi sagrado de reverencia y expectación ante uno de los fenómenos del hip-hop moderno. Comienza el primer tema, y apenas un minuto después West interrumpe la música y se hace oír entre el rugido de las masas. "¡Que le jodan a la radio!… ¿Sabéis? ¡Os han mentido! ¡Google os ha mentido! ¡Facebook os ha mentido! ¡La radio os ha mentido! ¡Radio, que te jodan!…". Lo que comenzó como un sentir general de aprobación ante, aparentemente, otro de los célebres arrebatos de "genialidad" del rapero, se calmó para dar paso a un creciente rumor de malestar e incomodidad ante lo que se prestaba como un monólogo cuanto menos cuestionable. En los siguientes quince minutos, el estadio se convirtió en un avispero donde zumbaban cada vez más alto las demandas de reembolso y la desaprobación hacia West, quien se mostraba completamente desquiciado y explícito. Más tarde sería evacuado del estadio e ingresado en el hospital, bajo el diagnóstico de un brote psicótico.

Dos años más tarde, West se ha convertido en una suerte de ermitaño. Los páramos de Cody, Wyoming, sirven ahora de santuario dedicado a la producción musical. Lejos quedan las noches de insomnio, diagnóstico de trastorno bipolar, adicción a opiáceos, tentativas de suicidio, crisis familiar… No se han recibido muchas noticias de él, pero la opinión pública se divide de nuevo en torno a su aprobación. En secreto, ha trabajado en un nuevo e íntimo proyecto donde decidirá identificarse con su nueva etiqueta: "bipolar". Ye es el octavo álbum de estudio de Kanye West, un proyecto conciso con apenas siete temas en su repertorio. Ye decide ser políticamente incorrecto: transgrede la norma y arroja un poco de luz a aquellos rincones donde no nos gusta mirar. 

Le mete el dedo en el ojo al oyente mientras le susurra: "tú no eres mejor que yo".

I Thought About Killing You es el soliloquio que abre el álbum. Condensa magistralmente la esencia del proyecto: el ser humano se encuentra trágicamente fragmentado en mil pedazos. Estamos todos rotos, solo que a nadie le gusta hablar de sus heridas. West vive bajo el yugo de una mente atormentada: "Los pensamientos más hermosos se esconden detrás de la oscuridad… Hoy pensé, seriamente, en matarte. Lo contemplé: asesinato premeditado. Y pienso mucho en matarme, pero me amo mucho más de lo que te amo a tí, así que…". En otra línea, West confiesa: "Me amo mucho más de lo que te amo a tí, y pienso en matarme. Así que, mejor cree que he pensado en matarte hoy". Conducta psicopática, pensamientos suicidas, narcisismo exacerbado, rumiación, pensamientos intrusivos, falta de filtros, depresión, adicción a las drogas… Todos y cada uno de estos tópicos se encuentran vetados de manera tajante en cualquier conversación en los hogares del mundo. Simplemente, son repugnantes. La virtud de Ye reside en ese carácter de "chivo expiatorio" a la hora de subirse al pedestal y desnudarse ante el mundo entero. West se sincera con el mundo y reconoce guardar dentro de sí un cúmulo de pensamientos absurdos y retorcidos que remiten al debate público: la salud mental, el egocentrismo, el abuso de medicamentos, los excesos, la soledad, el suicidio… A través de este tema, y a lo largo de todo el disco, West canaliza su dolor, trata de embellecerlo y crear a partir de él, pero además consigue algo brillante: no ofrece una perspectiva clara, sino que interpela al oyente. Abre un espacio para la reflexión y espera que su público sopese lo que ha escuchado, lo lea varias veces y comience un debate consigo mismo acerca de los tabúes.

El psicólogo suizo del S.XX Carl Jung escribió mucho acerca de la idea de "la sombra": nuestra contraparte monstruosa, presa de todo tipo de impulsos violentos y egoístas, que anhela tomar el control y dar rienda suelta a nuestros apetitos. Obedece a nuestras pulsiones más primitivas, y a menudo se manifiesta a través de la proyección de nuestras inseguridades sobre otras personas. Lo que detestamos en el mundo que nos rodea es, a menudo, un reflejo de lo que detestamos en nosotros mismos. Odiamos nuestro propio reflejo porque nos recuerda aquello que podríamos ser si no fuera por nuestros lastres y áreas en conflicto. Este artículo no busca ofrecer soluciones psicológicas ni pautas de ayuda para el desarrollo personal, sino hacerse eco de mi sincera interpretación de uno de los mensajes centrales de Ye: no eres el único. Todos albergamos un "alter ego" que enmascaramos bajo gruesas capas de una personalidad diseñada para encajar en el mundo. Todos aparentamos ser completamente funcionales y felices, pero en el fondo hay mecanismos averiados que tratan de conectar sin éxito alguno. Todos tenemos secretos, todos tenemos vergüenzas, todos tenemos debilidades… Y a menudo, expresar lo que sentimos se convierte en una ardua tarea: recomponer los fragmentos de los platos rotos es peligroso, las manos se te llenan de heridas. Sin embargo, el proceso es necesario. Sanar lleva tiempo. Conocerse a uno mismo es más bien una hazaña agridulce, pero a partir de la amargura uno brota y florece. Crecer implica zanjar asuntos del pasado, cerrar etapas: dejar de identificarnos con aquello que nos atormenta, aceptar que vivimos con ello y trabajar en nuestro propio camino.

"A veces pienso cosas muy malas… Muy, muy, muuuuuy malas". Puede que Kanye West sea, por decirlo de una manera educada, un cretino la mayor parte del tiempo. Su delicada situación mental no lo exime de sus actos, y todavía debe una disculpa a muchas personas (cada día que pasa, a más). Sus comentarios, sus polémicas, su complejo divino… No es fácil de amar, y desde luego no propongo eso con este artículo. Invito al lector a acercarse a la obra del artista esperando que sea la misma quien le hable. Lo invito a que escuche el discurso y piense; que medite en cómo le hace sentir. Que se encuentre, quizá, reflejado en algún verso del proyecto. Que se de cuenta de la incomodidad que le produce, y analice por qué se siente así. Que se pregunte cómo estamos haciendo las cosas. Que se pregunte si podemos hacer algo. Que se pregunte si hay esperanza. Sobre todo, que aprenda a perder el miedo a discutir abiertamente sobre preguntas incómodas. Las preguntas incómodas nos hacen crecer.